"Sin compost, que se convierte en humus, el suelo muere", escribe Marc Grollimund, agro ecólogo y autor de” Jardiner Bio. "Las bacterias y los hongos microscópicos transforman la materia orgánica para ponerla a disposición de las raíces de las plantas. Un suelo aireado, trabajado y enmendado evitará las enfermedades y mantendrá un excelente nivel de producción sin agotar el suelo" Nosotros producimos nuetro compost para satisfacer las necesidades de nuestras tierras unos cultivos sanos, resistentes y autosuficientes. Mantener y cuidar de la vida microbiana del suelo limita las necesidades en aplicar de forma masiva y seguida a productos fitosanitarios puesto que la vida del ecosistema le permite de defenderse sola de los posibles agresores tampoco los está atrayendo por excesos de fertilizantes. Por otra parte, a través del compost mantenemos una relación simbiótica con los ganaderos de intercambio de servicios, ayuda mutua y solidaridad: A cambio de la leña de poda de nuestros árboles recibimos estiércol de vaca, gallinaza, oveja. Con una sabia mezcla con leña, hojas de las mismas olivas, el alperujo de la producción del aceite logramos a producir un compost de alta calidad, con una vida bacteriana activa y rica. De este modo logramos permanecer en armonía y equilibrio con nuestra tierra, nuestros vecinos y finalmente con nosotros mismos. Somos algo más que meros individuos consumidores. Nos sentimos parte imprescindible de un todo en el cual intentamos hacer lo que hay que hacer, cuando hay que hacerlo. Los ritmos de nuestro pasado nos permiten imprimir una pulsación duradera en nuestro presente para abrirnos el horizonte de un futuro sostenible, armónico y autentico.